martes, 8 de abril de 2014

Trabajo de Ortega y Gasset para alumnos/as de 2º de Bachillerato


Los alumnos/as de Carmen Bueno deben hacer un resumen del tema que se adjunta, de Ortega y Gasset.  El plazo de presentación acaba el 29 de Abril.


ES UN EJERCICIO OBLIGATORIO. HAY QUE PRESENTARLO ESCRITO A MANO.



Líneas principales del pensamiento de Ortega y Gasset (1883-1955)

a)    Teoría del conocimiento y antropología

   Para Ortega, la filosofía no nace por razón de "utilidad", ni por capricho, sino que es constitutivamente necesaria al intelecto humano. Su característica fundamental es buscar la verdad total o integral, y para alcanzar este objetivo, la filosofía ha de someterse a tres condiciones, o imperativos, que la diferencian tanto de las ciencias como de la religión:

1)    El imperativo de pantonomía o totalidad, por el cual la filosofía aparece como un saber o conocimiento global de la realidad, que pretende conocer la totalidad del universo o, como dice Ortega, “todo lo que hay”. Esto la diferencia de las ciencias, que únicamente se ocupan de estudiar partes concretas de la realidad.
2)    El imperativo de autonomía, por el cual la filosofía renuncia a apoyarse en ningún presupuesto previo. Trata de buscar el fundamento de la realidad, abandonando cualquier punto de partida o supuesto preconcebido (por ejemplo, religioso).
3)    El imperativo de la claridad y el rigor. La claridad, dice Ortega, es “la cortesía del filósofo”; de manera que la filosofía, por ser conocimiento riguroso, debe expresarse en conceptos claros y comprensibles: es conocimiento teórico, y por tanto, alejado de cualquier fe o misticismo. En este aspecto, también se diferencia de la religión.

   En El tema de nuestro tiempo (1923), Ortega sostiene que la filosofía, a lo largo de su historia, ha sido un intento de desvelar la verdad y de conocer el ser auténtico de las cosas; ahora bien, el ser se ha interpretado de dos maneras diferentes a lo largo de la tradición filosófica occidental: El REALISMO (Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino…), interpretó el ser como sustancia, fija e inmutable; en cambio, el IDEALISMO (Descartes, Kant, neokantianos…) ha interpretado el ser identificándolo con las ideas de la razón, como un contenido mental.
   Ortega rechaza ambas posiciones: Sostiene que la realidad radical –es decir, la realidad que se encuentra la raíz de todas las demás- es algo anterior y mucho más profundo que cualquier realismo o idealismo: es la VIDA; pero no entendida como lo hizo Nietzsche, de un modo biológico o general, sino la vida concreta, es decir, la tuya o la mía; en suma, la de cada ser humano individual, que siempre se desenvuelve en una circunstancia concreta, con la que el sujeto ha de enfrentarse. Lo real no es, por tanto, ni el yo del sujeto, ni el mundo por separado, sino el yo y el mundo en su mutua relación; dicho de otro modo: el yo y su circunstancia (el mundo) son las dos dimensiones fundamentales de la vida humana.
   Por otra parte, la vida, como realidad radical, está unida al concepto de "perspectiva". El ser del mundo, dice Ortega, no es "alma" ni "materia", sino perspectiva. La perspectiva es una condición gnoseológica de lo real, puesto que la estructura de lo real sólo se nos presenta perspectivamente, desde puntos de vista diferentes, que a su vez necesitan integrarse, si se quiere recomponer las múltiples facetas de que consta la realidad. La perspectiva de cada individuo es siempre única e intransferible (es "mi" perspectiva), y por eso no puede nunca considerarse absoluta, ya que no representa sino un punto de vista más, entre otros muchos posibles.
   Como la realidad se descompone en infinidad de facetas diferentes, conocer la verdad requiere reunir el mayor número de perspectivas sobre la realidad, completándolas mutuamente. El conocimiento “más verdadero”, según Ortega, será aquel que logre aunar el mayor y mejor número de perspectivas sobre la realidad que nos rodea. Esto implica que nunca podemos dar por concluido, ni considerar irrevocable, un conocimiento, pues siempre quedarán nuevas perspectivas y nuevos puntos de vista que sumar a los disponibles. Y esto es lo que significa “Dios” para Ortega: un conocimiento de la realidad desde todas las perspectivas posibles; pero ese conocimiento sólo puede alcanzarse a través de un progreso infinito, y a través de los seres humanos; por eso, no es el hombre quien necesita de Dios, sino Dios quien necesita del hombre, según lo entiende Ortega.
   En ¿Qué es filosofia? (curso impartido entre 1928-29), Ortega utiliza una serie de conceptos nuevos: las "categorías de la vida", para describir con mayor precisión esa nueva realidad fundamental que cree haber descubierto en su exclusiva peculiaridad:
   1) Vivir es, ante todo, encontrarse en el mundo, viviendo sin justificación previa. El hombre aparece de repente situado ante la vida, y se ve obligado a enfrentase a ella. Es lo que describe Ortega diciendo que la vida es “naufragio”.
   2) Pero nos encontramos en el mundo no de una forma vaga, sino concreta, pues siempre estamos ocupados en algo, "Yo consisto en ocuparme con lo que hay en el mundo, y el mundo consiste en todo aquello de que me ocupo y en nada más." Vivir es convivir con una circunstancia y afanarse en ella. La vida es, por tanto, quehacer, una tarea que se nos impone.
   3) La vida, en tanto quehacer, nunca está prefijada, sino que es imprevista. Es, por tanto, posibilidad y problema. Y por ello, también, la vida es dramática, algo que el hombre ha de resolver a cada momento, quiéralo o no.
   4) La vida es, asimismo, anticipación y proyecto: el hombre ha de proyectar en su imaginación qué va a hacer con su vida y cómo va a vivirla; porque la vida no es algo que le venga dado, sino algo que él ha de definir, eligiendo cómo actuar en cada momento, a fin de otorgarse un ser determinado.
   5) La vida supone, por tanto, libertad de elegir, dentro de la circunstancia que nos ha sido dada. Así, lo que el hombre vaya siendo depende, en primer lugar sólo de él. No puede permitir que nadie elija o escoja por él: tiene que empeñarse personalmente en la construcción de sí mismo, sin poder encomendarle a nadie que le substituya. Es lo que Ortega llama vocación, que como tal es intransferible.
   6) La última categoría vital es su temporalidad: La vida y la perspectiva que la caracterizan no son estáticas, sino que se despliegan en el tiempo, de manera que toda vida tiene un carácter histórico, es historia. “El hombre –dice Ortega- no tiene naturaleza, sino que tiene historia”. Dentro de la historia, van cambiando tanto el yo como la circunstancia que le rodea, así como las perspectivas que el yo va adoptando frente a ella.
   La vida utiliza la razón para enfrentarse a la circunstancia que la rodea, interpretarla, comprenderla y hacerse una idea de ella, con el objetivo de actuar en consecuencia y elaborar sus proyectos vitales. Por eso, Ortega rechaza la “razón pura” de Kant y sus maestros neokantianos: por su abstracción y a-historicidad. Para Ortega, la razón es una función de la vida, es razón vital; pero es también razón histórica, porque el conocimiento de la realidad que proporciona la razón va cambiando con el tiempo. Sólo la razón histórica puede entender las transformaciones que experimenta la vida humana a lo largo del tiempo, permitiéndole comprender cómo ha sido y qué ha hecho el hombre a lo largo de la historia: sólo así podrá elaborar proyectos viables para el futuro.

b)    Sociedad y política

   A la hora de enfrentarse a la circunstancia que le rodea, el hombre no está solo, ni aislado, sino que comparte esa circunstancia con otros seres humanos (lo que Ortega llama “la gente”), formando parte de una sociedad histórica determinada. En ella encuentra siempre vigente una determinada interpretación del mundo, basada en una serie de ideas y creencias, que condicionan su horizonte vital y sus posibilidades de acción.
   Las “creencias” son aquellos contenidos intelectuales (valores, costumbres, etc.), que condicionan el arte, la ciencia, la moda, la economía, la política, la moral… creados por cualquier sociedad histórica y los individuos que forman parte de ella. Ambos heredan de la generación anterior una serie de perspectivas sobre la realidad, aparentemente irrefutables, que aceptan de un modo irreflexivo, pues son el resultado del automatismo y de la impersonalidad social; en cambio, las “ideas” son aquellos pensamientos que ciertos grupos humanos o individuos crean en un momento concreto, y que suponen nuevos proyectos de vida, descubren nuevos horizontes o abren nuevas perspectivas sobre la realidad. Con el tiempo, esas nuevas ideas, si llegan imponerse, pasan a ser ellas mismas creencias.
   En cualquier época histórica, cada individuo puede adoptar dos posiciones: perder su identidad personal, aceptando irresponsablemente las creencias heredadas y viviendo de acuerdo con lo que piensa la gente, llevando una vida inauténtica, u obedecer a su vocación personal y seguir su propio proyecto de vida, planteando ideas nuevas, adoptando una vida auténtica; y lo mismo sucede con las generaciones, es decir, con los nuevos grupos humanos que se van sucediendo a lo largo del tiempo: hay generaciones caracterizadas por la autenticidad y otras que adolecen de inautenticidad.
   A partir de los conceptos expuestos, Ortega expone su filosofía de la historia y su teoría política, que se basa en la teoría de las generaciones. La identidad de los individuos viene dada por su pertenencia a una determinada generación, es decir, a un grupo de individuos nacidos cada quince años, aproximadamente, que comparten ciertas creencias sobre la realidad. Pero dentro de cada generación histórica siempre hay dos sectores: las masas, que se conforma con pensar lo que piensa la mayoría, sin ponerlo en discusión, y una élite de individuos, la minoría intelectual, que introduce ideas nuevas, nuevos valores y perspectivas sobre la vida y la realidad. Es esa élite intelectual la que, según Ortega, debe encargarse de dirigir la política de un Estado, introduciendo en él un sentido de altura y perfección a través de la educación de las masas. Cuando esto no se produce, y las élites intelectuales optan por claudicar frente a las masas y sus dirigentes, se produce lo que Ortega denomina la rebelión de las masas, que acarrea una profunda crisis social y cultural, fruto de la falta de auténtico liderazgo intelectual y político.
   Análogamente, Ortega distingue entre generaciones ascendentes y descendentes: serían “ascendentes” aquellas generaciones históricas que abandonan los moldes intelectuales heredados de la generación anterior, y proyectan nuevos ideales de vida; serían generaciones “descendentes o conformistas”, en cambio, aquellas que se limitan a aceptar las creencias y formas de vida heredadas del pasado, sin aportar nada original.

* * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario