La única expresión que se me ocurre para calificarlos es la de emocionantes. En ellos nos sale al paso ese Albert Camus puro, insobornable, defensor a ultranza de la libertad y de la justicia, que roza en muchas ocasiones el pensamiento libertario. Sus críticas a los totalitarismos de todo tipo, capitalistas y marxistas; su denuncia de las abstracciones propias de la sociedad tecnológica contemporánea, que aplastan al ser humano; su apología de aquellos que luchan en todo tipo de movimientos de resistencia por los derechos inalienables del ser humano, y, sobre todo, su idea de que la política tiene que responder a los principios del humanismo y de la moral, si no quiere convertirse en la tumba del individuo, son de una actualidad verdaderamente asombrosa. Siempre se enfrenta uno al mismo dilema: ¿Sarte o Camus? Para mí ambos autores son excelentes, pero estos textos, cargados de pasión, verdaderamente mediterránea, y de una altura ética prácticamente desconocida en nuestros días apelan de tal manera a la parte más profunda de nuestra alma, y están tan bien redactados, que me hacen inclinarme inevitablemente por el filósofo y literato argelino. No cabe duda que, mirado desde la altura de nuestra época, su pensamiento resulta mucho más sugerente que el propuesto por su compatriota Sartre.
¡Y qué frases!:
"La única manera de lidiar con este mundo sin libertad es volverte
tan absolutamente libre que tu mera existencia sea un acto de rebelión."
"El hombre es esa fuerza que termina siempre por derribar a tiranos y dioses."
"La verdadera desesperación no nace ante una adversidad obstinada, ni
en el agotamiento de una lucha desigual. Surge cuando ya no se ve razón
alguna para luchar ni si, precisamente, ha de lucharse."
"La grandeza del hombre está en su determinación de ser más fuerte
que su condición. Y si su condición es injusta, sólo hay una manera de
superarla: ser justo uno mismo."
"Que la vida sea libre para cada uno y justa para todos, es el fin que debemos perseguir."
"La tarea de este siglo es edificar la justicia en el más injusto de
los mundos y salvar la libertad de esas almas consagradas a la
servidumbre desde el principio. Si fracasamos, volveremos a las
tinieblas. Pero al menos se habrá intentado."
"Se trata de servir a la dignidad del hombre por medios que
permanezcan dignos, en medio de un mundo que no lo es. Mídase la
dificultad y la paradoja de tal empresa."
"[Con la bomba atómica] la civilización mecánica acaba de alcanzar su
máximo grado de salvajismo. Será necesario elegir, en un futuro más o
menos cercano, entre el suicidio colectivo o el uso inteligente de las
conquistas científicas."
"La paz es el único combate que vale la pena entablar. No se trata ya
de un ruego, sino de una orden que debe subir de los pueblos hacia los
gobiernos: la orden de escoger definitivamente entre el infierno y la
razón."
"Cuando la inteligencia se apaga, la noche de la dictadura aparece."
"El espíritu libre tiene siempre la razón y acaba siempre por
triunfar, puesto que el día en que cese de tener razón será aquel en que
la humanidad entera habrá errado y en que la historia de los hombres
habrá perdido su sentido."
"El siglo XVII ha sido el siglo de las matemáticas, el XVIII el de
las ciencias físicas y el XIX el de la biología. Nuestro siglo XX es el
del miedo. El miedo no es una ciencia, se me dirá. Pero la ciencia es en
cierto modo responsable de ese miedo, puesto que sus más recientes
progresos técnicos la han conducido a negarse a sí misma y porque sus
perfeccionamientos prácticos amenazan con destruir por completo la
tierra de todos. Además, si bien es cierto que el miedo no puede, en sí
mismo ser considerado una ciencia, no hay duda de que es, sin embargo,
una técnica.
En efecto, lo que más me llama la atención en el mundo en que vivimos
es, en primer término y en general, que la mayoría de los humanos
(excepto los creyentes de todo tipo) están privados de porvenir, sin
promesa de madurez y progreso. Vivir frente a un muro es una vida de
perro. Pues bien, los hombres de mi generación y los de la que entra hoy
en los talleres y en las facultades, han vivido y viven cada día más
como perros.
(...) Vivimos en el terror, porque la persuasión no es ya posible,
porque el hombre se ha entregado por entero a la historia y porque no
puede ya volverse hacia esa parte de sí mismo, tan verdadera como la
histórica, que se le manifiesta ante la belleza del mundo y de los
rostros; porque vivimos en el mundo de la abstracción, de las oficinas y
de las máquinas, de las ideas absolutas y del mesianismo sin matices.
Nos sentimos agobiados entre gentes que creen tener la razón absoluta,
ya sea con sus máquinas, ya sea con sus ideas. Y para todos aquellos que
sólo pueden vivir dialogando y en amistad con los hombres, ese silencio
es el fin del mundo."
"La revolución se hará a escala internacional o no se hará."
"El mal de la época se define por sus efectos, no por sus causas, y
se llama Estado, tanto sea policíaco como burocrático. Su proliferación
en todos los países, bajo los más diversos pretextos ideológicos, la
insultante seguridad que le otorgan los medios mecánicos y psicológicos
de represión, hacen que constituya un peligro moral para lo mejor que
hay en nosotros. Desde este punto de vista, la sociedad política
contemporánea, cualquiera sea su contenido, es despreciable."
"Es nuestra sociedad política entera la que nos da náuseas. (...) El
mundo en que vivo me repugna, pero me siento solidario con los que en él
sufren."
"Debemos encontrar los valores que necesitamos en nosotros mismos, en
el centro de nuestra experiencia, es decir, en el interior del
pensamiento rebelde. Si no los encontramos, el mundo se hundirá, y quizá
sea justo que así ocurra, pero nosotros nos hundiremos con él, y éstos
sería infame."
"La verdadera cultura vive de verdades y muere de mentiras."
"La sola sociedad que perdura, que yo conozca, es la de los creadores
y los hombres libres, que, contra la crueldad de los totalitarios y la
cobardía de las democracias burguesas, (...) reconoce a todas las
patrias, pero no sirve más que a una: la libertad.
"Hoy se elige la libertad poniéndose junto a quienes en todas partes
sufren y luchan, y sólo allí es necesario elegirla. Hay que elegirla
simultáneamente con la justicia y no se debe elegir la una sin la otra.
Si alguien os quita el pan, suprime al mismo tiempo vuestra libertad.
Pero si alguien os quita la libertad, esad seguros de que vuestro pan se
halla amenazado, pues éste no depende ya de vosotros ni de vustra
lucha, sino de la voluntad de un amo. La miseria crea a medida que la
libertad retrocede, e inversamente. Y si este siglo implacable nos ha
enseñado algo, ese algo es que la liberación será una liberación
económica o no será nada, y advendrá con la única condición de que haya
libertad. Los oprimidos no quieren sólo liberarse del hambre, también
quieren serlo de sus amos. Y ellos saben muy bien que sólo estarán
realmente emancipados del hambre cuando tengan a raya a sus amos, a tods
sus amos, aboliendo la esclavitud económica."
"Por lo que a mí se refiere, nunca he reconocido más que dos
aristocracias: la del trabajo y la de la inteligencia, y hoy sé que es
insensato y criminal querer someter una a otra; sé que las dos no
constituyen más que una sola nobleza, que su verdad y sobre todo su
eficacia residen en la unión y que separadas se dejarán reducir a la
impotencia, una tras otra, por las fuerzas de la tiranía y la barbarie,
pero que, al contrario, reunidas dirigirán el mundo."
"La libertad no es un regalo que se recibe de un Estado o de un jefe,
sino un bien que se conquista a diario, gracias al esfuerzo de cada uno y
con la unión de todos."
¡Gracias por tus palabras, ahora y siempre, Albert!
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